martes, 25 de febrero de 2014

Noche Blanca


Dánae / Rembrandt
Voy a esperar una noche blanca
(fíjate que pequeña paradoja que se hace cierta
en algún lugar de este planeta)
para resumir en tus ojos
todo lo concerniente a la térmica del cuerpo.
Noche con flancos diurnos, al decir de Paul Éluard,
en la que, como gotas de sudor,
te irás resbalando en la pared de mis desamparos.
Tú, Dánae de Rembrandt, en mis manos indómita,
fierecilla domada en el lienzo azul de mis sábanas.
Noche blanca, sin tules, sin sedas, en que tú y yo,
pequeños cachorros humanos de la vieja loba etrusca,
nos saciaremos en la blancura
que puedan reflejar nuestros cuerpos
desnudos.

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