sábado, 19 de marzo de 2011

Jugando con la Décima

El gris se extiende con prisa
de la cabeza a los pies.
Si me miras sólo ves
gris que cae. En mi camisa
se abre paso, se desliza
con fuerza hacia el pantalón,
y de allí, sin compasión,
el gris anega la acera.
Soy una estatua de cera
en constante combustión.
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El soldadito valiente
no es de plomo, es de percal.

Sólo tiene de metal
la escopeta y algún diente.
Sin embargo, combatiente
se cree este viejo muñeco,
y a rastras por campo seco
simula las mil batallas,
para colgarse medallas
o ganarse algún tareco.
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Negro el cielo, negro el mar,
negra la fea tiñosa,
negra tu mata de rosa,
y negro al que han de matar.
Negras las van a pasar
los negros cuervos ladrones.
Negros fueron los blasones
de Morgana la hechicera.
Es negra tu cabellera,
como negros mis cojones.
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Qué blanco dices que eres,
blanco, blanco, blanquecino;
limpio y claro, cristalino,
y que cumples tus deberes.
Llamarte Blanco prefieres
y no que te llamen Rojo.
Prefieres ser blanco flojo
que Marrón, Verde o Morado.
Yo creo que estás chalado
o del cerebro vas cojo.

martes, 15 de marzo de 2011

El Mediocre Rimador que no es otro que yo mismo (de jugando con la décima)





Tanto estudiar y no sé
ni dónde yo estoy parado,
si el círculo esta cuadrado
o en la mano tengo el pié.
Quizás fuera que copié
las tablas en otro idioma,
que no puse el punto y coma,
que borré algún sustantivo…
Solo sé que si yo escribo
es porque soy de la broma.

Porque amigo, el escribir
es de gente con talento
y yo siempre he sido lento
a la hora de decir.
Algún día el porvenir
me dará alguna sorpresa,
de momento en mi cabeza
ni el pelo me encontrarás…
Ya sé lo que me dirás,
que así es mi naturaleza.

Estoy de acuerdo contigo,
dices toda la verdad,
pero sé en qué oquedad
he de buscarme el ombligo.
Si encuentro el camino sigo
andando, aunque tropiece.
No hace falta que le rece
a los dioses de la altura…
Total a la sepultura
iremos ¿no te parece?

Ah, no entiendes lo que digo,
pues chico, ni yo tampoco,
de tanto rayarme el coco
me he quedado como un higo.
Yo sólo sé que yo ligo
todo sin venir a cuento
y que luego un esperpento
me va saliendo rimado;
nunca me creí endiosado,
yo sólo vivo el momento.



O. Moré