sábado, 17 de abril de 2010

En pos de Babilonia

Los girasoles rojos (técnica mixta)  / O. Moré / Cuba 


EN POS DE BABILONIA

Viento, por qué no me llevas
contigo, que estoy cansado
de seguir agazapado
sin que lleguen buenas nuevas.
Partí con miedo de Tebas
casi a finales de enero,
y aunque lo haya dicho Homero,
que cien puertas allí había
yo no encontré la que habría
de mostrarme un derrotero.

Escapé mustio y dolido
a vivir en una gruta
con una serpiente astuta
que me inoculaba olvido.
Y un día, ya decidido
a peregrinar sin rumbo
-pues pensaba: si hoy sucumbo,
nada habré dado de mí-
de la oscuridad salí
desnudo y dando algún tumbo.

Entonces en la explanada
del bosque una blanca luz
el símbolo de la cruz
dibujó desde la nada.
Una mujer nacarada
con la túnica violeta
me dijo: _ Si eres poeta
compón un verso indoloro,
apetente como el oro
y libre cual un cometa.

Le dije: _ La poesía
ha endulzado mi niñez
y en ella, en su calidez,
encontré mi eucaristía.
Y el ave del mediodía
se posó sobre su hombro,
y en medio de aquel asombro
le ofrecí mi corazón,
y me dijo con pasión:
_ Ovidio Moré te nombro.

Y sabes qué hice, Viento,
me arranqué febril las alas
y tras mis costillas ralas
extirpé mi yo violento.
Le dije: _ Mi testamento
será el verso que me pides.
Y al cabo de varias lides
pude verlo terminado;
se lo entregué emocionado:
_ Dime, Musa, qué decides.

Me miró de hito en hito,
lo leyó con parsimonia.
_Viaja presto a Babilonia,
lleva contigo tu escrito.
A Nabu, dios erudito,
le entregarás lo que has hecho
y que tatúe en tu pecho
con tinta roja una flor
que cure todo temor
y te mantenga en el trecho.

Por eso, Viento, quizá
has de mostrarme la ruta
y darme la resoluta
fuerza que no cejará.
Sé que el viaje no será
un paseo nada grato,
nunca he sido un timorato,
una odisea yo espero,
mas seguro estoy, prefiero
morir en este arrebato.

O. Moré


Nunca Luz

Soy sombra, lo sé. Soy y seré sombra, nunca luz, aunque brille de vez en cuando con un tímido reflejo: hora plata, hora oro, siempre seré sombra.
Y no es que quiera ser sol, estrella, fuego, no. Pero vivir en la oscuridad, aunque te acostumbras, no es sano, no es bueno. A veces necesitas lucir, resaltar…sólo un poco, un poquito. No hace falta encandilar ni cegar con fulminantes destellos, únicamente hacerte notar. Que sepan que eres humano, válido, sencillo, inteligente, creativo, sólo eso.


Nunca luz, y siempre sombra,
nunca laurel ni paloma,
nunca el destello se asoma
ni mi poema se nombra.
Tendido sobre la alfombra,
de tierra húmeda y fría,
espero paciente el día
que leve la luz se pose
sobre mi cuerpo y retoce
y destierre la apatía.

De David y Goliat / De limosnas

Los esclavos están dispuestos a revelarse, así lo han decidido, quieren sacudir las bases de la pirámide y crear algún movimiento telúrico que ponga a lo dioses la carne de gallina. Pero no todos creen en la efectividad de este leve terremoto, pues piensan que, quizás, sea peor el remedio que la enfermedad.
Aunque esta sea una lucha de David contra Goliat, en la que David, aún, no ha encontrado la honda apropiada y certera y tiene todas las de perder, es lógico y necesario que lance sus primeras piedras contra el gigante. Lo más probable es que no le haga mucho daño, pero, por lo menos, debe dejarle algún moretón, algún rasguño, alguna marca. Da igual que las piedras en la dura coraza del gigante sean como picadas de mosquitos, lo importante es que esos ataques piquen y que, Goliat, se rasque.

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Vuelven los doce, a cuenta gotas. Regresan a la pirámide en busca de las monedas de cobre con las que tendrán que subsistir a partir de ahora. Es duro verles. Los rostros desencajados, los ojos lluviosos, la tristeza a flor de piel. Fuera de la pirámide la subsistencia es difícil, muy difícil, y si es difícil ya para los jóvenes, lo es aún más para los que, como ellos, superan la barrera de los 45 años. Nadie quiere ya esclavos con estas edades.

Caos

Primero Caos, y del Caos salió, impoluta, Gea. Luego llegaron Eros y Tártaro. Sí, primigeniamente fueron ellos, y de ellos nació toda la constelación de Dioses Mayores y Dioses Olímpicos. Por últimos los humanos, los esclavos.
Y cuando Zeus se estableció como dueño supremo del Olimpo los humanos comenzaron a padecer todas las desgracias.

Así fue, según cuenta la mitología griega. Pero, en Egipto, tenemos a un émulo de Zeus, el gran Ra. De igual manera Ra está rodeado de grandes divinidades que, como dioses del más allá todopoderoso, gobiernan a diestra y siniestra sobre los humanos, los esclavos.

Los dioses son todos iguales. Aquí, en la pirámide, lo sabemos bien. Nada bueno se puede esperar de ellos porque, siempre, pero siempre, nos tratarán como a lo que a sus ojos somos, burdos esclavos.

Ves, al final, siempre esclavos.

Estamos subyugados por los siglos de los siglos.

La libertad, la verdadera, es una imagen, una abstracción, una metáfora, una quimera, un puntito ínfimo de luz perdido en ese enorme agujero negro que es Caos, que es el caos.

Primero fue Caos y seguirá siendo Caos, y el caos.

lunes, 12 de abril de 2010

Fumando Espera / Tren del Recuerdo

Fumando espera...


Un hombre fuma paciente
un cigarrillo de espera,
y el vacío en su cartera
se mofa de su aliciente.
El hombre sigue pendiente
en la fila del destino.
El tiempo pasa ladino
y le araña la piel tersa.
El hombre, solo, conversa
con un paisaje cetrino.




El tren del recuerdo.



Pasa el tren, oigo un silbido
de metálica serpiente
en medio del estridente
ruido que trae el olvido.
Yo sé que lo que he vivido
me trajo espinas y rosas.
Pero de entre tantas cosas,
tocadas de bien y mal,
me quedo con el panal
de mis abejas mimosas.

Doce


La pirámide saca a relucir sus peores artes. Los nigromantes han hecho su magia negra. Los afectados por la expulsión son doce, como los doce apóstoles, doce. Pero Judas no está, Judas sabe también de hechicería, y como una escurridiza áspid se ha escapado, no sin antes dejar su rastro sobre la arena.
Los nigromantes han venido del oeste, del desierto del oeste, de allí, de dónde los esclavos han de hincar sus rodillas y han de besarles sus sandalias de cuero.
Los nigromantes sólo piensan en el valor del oro, no en el valor de la vida humana.
Qué triste, sabiendo ellos que la vida es corta y que, en el fondo de la pirámide, el día de su muerte el oro no les servirá de nada.
Pero Ra, el gran Dios Ra todopoderoso, ha hablado, y así lo ha decidido: Los doce deben abandonar el templo, tirarles unas monedas de cobre y que se vayan. No me importa si han dedicado toda su vida a la pirámide, la pirámide ya no les necesita. Nada me importa, YO nado en oro, como oro y cago oro. Soy Dios.
Los Guerreros han sacado sus lanzas, sus escudos y han ido a la defensa de los doce, pero la magia negra es superior, no invencible, pero superior a sus fuerzas y a sus estrategias. Los doce no tienen alternativa. Hoy volverán a sus casas adoloridos e indefensos, con la mirada puesta en un futuro incierto.

domingo, 11 de abril de 2010

Consagrar la primavera



Ritual de un pasajero sin lluvia / Julio César Rodríguez Aguilar / CUBA



Consagrar la primavera


Ya no puedo ser ignoto,
aunque quisiera, no puedo;
los dioses tildan el credo
de inverosímil y roto.
Sobre la mesa yo agoto
la ilusión que había comprado,
y aunque salga disfrazado
alguna vez de quimera,
consagrar la primavera
me tiene muy desgastado.




O. Moré